Las peluquerías reabren tras la entrada en vigor de la Fase 0

Es la tarde del lunes 4 de abril, cinco y cuarto para ser más exactos. Nos trasladamos hasta la calle del Rodeo para ver cómo avanza el desconfinamiento. Las horas de siesta no dejan ver a muchos viandantes en la calle o en anexo Paseo del Pilarito. Hace un par de días que los frexnenses tienen capacidad de pasear sin horarios por las calles del pueblo, así como por los caminos. También de salir a hacer deporte en cualquier momento que vaya de las 6 de mañana a las 11 de la noche. Las ventajas de la triste realidad de ser un municipio con menos de 5.000 habitantes, «pero en el límite», que no queremos herir nuestro orgullo.

Entramos tras concertar una cita en la Peluquería Nuevo Estilo. Este establecimiento es uno de los pocos que tiene permitido su reapertura desde la entrada en vigor de la Fase 0. Ayer, lunes 4, para todos los peluqueros y peluqueras de Fregenal fue una fecha clave, para la reapertura de sus locales. Aun así, las restricciones son notables incluso antes de cruzar la puerta, ya que el felpudo se cubre con una tela especial que puede ser retirada y limpiada con mayor facilidad.

En el interior nos espera Luciano, el dueño del local, que tras bromear por el aspecto que presenta el peinado que no ha podido hacer él mismo por el cierre, continúa con las mechas de la clienta a la que atiende. «Hoy ha sido un verdadero caos», nos comenta el peluquero mientras continúa su labor, «no ha parado de venir gente y de llamar en toda la mañana». La lista de espera no era corta, «al menos 90 personas, sin contar los que han ido llamando hoy». Y este es solo un ejemplo de las numerosas peluquerías con las que cuenta Fregenal.

Afanado en su labor continuamos la conversación. «La productividad ha bajado al menos en un 60 o 70 %», y es que los requisitos para ser aceptado en la peluquería han incrementado. Donde antes se sentaban los clientes a esperar ahora encontramos una cuerda que señala la clausura de esta esquina del local, para dar paso a una caja con patucos y un bote de líquido desinfectante. El ritmo del corte del pelo también viene determinado por la necesidad de adaptarse a la nueva indumentaria con la que se trabaja. Guantes, mascarilla y pantalla protectora acompañan al trabajador mientras ejerce su labor.

Y es que incluso ha influido, aunque levemente, en el precio final del peinado. «He tenido que subir los precios en 25 céntimos», nos contaba Luciano, «porque de alguna forma tengo que amortizar la compra de todos los productos de protección a los clientes». A futuro no acaba de ver la situación muy halagüeña. «Estas condiciones de trabajo nos afectan mucho y hacen que nuestro trabajo sea más lento», aunque eso sí, considera que «hay otros sectores como el hostelero que lo están pasando mucho peor que yo».

Nos despedimos, de lejos y todos extrañados ante la escena que tenemos que contemplar como la nueva normalidad. Una realidad que más bien se parece a la ficción de Steven Spielberg, recordando aquella escena de E.T., el extraterrestre, cuando enfundados en escafandras y con pantallas protectoras se afanan los operarios en envolver la casa de Elliott. Igual esta realidad es nueva, pero no acabará de ser nunca normal.