
JUAN IGNACIO MÁRQUEZ
Domingo, 25 de marzo 2018, 12:58
El pregón de Semana Santa volvía a marcar en la noche de este sábado el arranque de una Semana de Pasíón frexnense que contaba, en esta oportunidad, con palabras comprometidas a cargo de José Eduardo Parra Gustos, especialmente ligado a las cofradías penitenciales de Fregenal de la Sierra en determinados momentos de su vida.
José Eduardo puso en valor la Semana Santa local hablando de su fe como confesó a corazón abierto, comenzando con críticas andanadas a los ataques que a su juicio está sufriendo el ser cristiano en una sociedad acomodada que no premia el esfuerzo. Una sociedad, dijo, permanentemente vulnerada en nuestros días por radicales, que intentan desestabilizar nuestra convivencia de diferentes modos.
Más adelante, tras constatar y denunciar la desaparición del símbolo de la cruz de muchos lugares de nuestro entorno, valoró la importancia de ésta para cambiar humillación por exaltación, derrota por victoria, demandando, más tarde, la necesidad de personas comprometidas dentro de nuestra iglesia más cercana, capaces de constatar el apoyo fundamental de Jesucristo.
Un pregón en el que no faltaban vivencias personales que en el arranque de su vida cristiana tomaban forma, precisamente, en el entorno de propio convento de clausura de las Madres Agustinas que acogía este acto y que, como se puso de manifiesto, evocaba permanentes recuerdos en la memoria del pregonero.
Hablar de Semana Santa, dijo el pregonero, es para mí recordar la vuelta a casa, el olor a pan recién horneado, el sabor a tocino de cielo, tardes de confesiones y oración, incienso, reencuentros, horas interminables en la iglesia, amigos, cirio pascual y sabor a pueblo que huele ya a romería.
Desde un compromiso de fe hondo que acompaño de forma permanente su intervención, puso el foco, el pregonero, en estos días, como las jornadas litúrgicas más importantes para los cristianos, para pasar después a alabar las virtudes de lo que representa el Fregenal de hoy en diferentes parcelas, a través de la obra de diversos hombres y nombres de esta tierra que destacaban por sus aportaciones en diferentes campos.
Valoró la importancia de esta ciudad a la hora de saber aferrarse a sus tradiciones entre las que tienen mucho que decir, señaló, las cinco maneras de vivir la fe de las Cofradías Penitenciales que protagonizan la Semana Santa, que atesoran siglos de religiosidad que, no sin dificultades, ha llegado a nuestros días gracias a las aportaciones de centenares de personas y familias cuyos compromisos y desvelos han traído la Semana Santa frexnense hasta nosotros.
Más adelante citó relevantes ejemplos dentro de la imaginería de la Semana de Pasión de Fregenal para volver a incorporar en su pregón el mensaje de Cristo, señal para cada una de nuestras vidas desde un tiempo de Cuaresma que defendió especialmente; reclamando a las hermandades y cofradías su compromiso con la fe desde la necesidad de mejorar la formación cristiana de todos sus cofrades y pidiéndoles que vayan más allá a través de un mensaje solidario que sirva para fomentar la piedad cristiana desde una participación permanente en los cultos de la Iglesia comenzando por la eucaristía. Tras poner en valor el orgullo de vestir el hábito de nazareno a través de una oración personal que, dijo, nada tiene que ver con discursos bonitos sino más bien con buenas acciones, terminó su pregón con un recorrido en el que esbozó los cortejos de la Semana Santa de Fregenal, desde la mañana del Domingo de Ramos hasta la resurrección, con palabras impregnadas de fe, misterio, devoción, oración y fraternidad.
Había comenzado el pregón la Coral Frexnense, dirigida por Silvia Oliver, interpretando el coral siciliano Oh Sanctíssima escuchándose en el tramo final del pregón: el gregoriano Virgo Dei Genitrix, Stabat Matter Dolorosa de Pergolesi y Ave María de Tomás Luis de Victoria.
DOMINGO DE RAMOS
Ya en la mañana del Domingo de Ramos se iniciaban los desfiles procesionales en Fregenal, aunque sin la borriquita en esta ocasión, con un recorrido que se iniciaba en el templo de Santa María, con la bendición de ramos y saliendo los niños y niñas disfrazados de hebreos en una procesión donde tomaban protagonismo palmas y ramas de olivo, representándose la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén hasta el templo de Santa Ana. Al llegar allí se desarrollaba la eucaristía en el interior de la iglesia oficiada por el párroco local, Andrés Román García.
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