Miguel Pérez Reviriego
Martes, 26 de mayo 2020, 08:00
Cuando caiga el agua monótona y fría
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y un beso en el aire te vuelva a besar;
cuando el sol se encienda lejano y el mar
te vista de eterna y azul lejanía.
Cuando aquella sombra que ausente volvía
por aquel camino de nunca tornar;
cuando un cielo triste nos vuelva a llamar
y hoy siga siendo nunca ni todavía.
Cuando un tren detenido y una mañana
de un viejo mayo me digan que te espero
y hasta el espejo roto de tu ventana
le susurre a la luna blanca de enero
que una boca sin boca sola y lejana
me está llamando incesante y compañero.
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