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Paseo de la Constitución durante el confinamiento Alberto Márquez
El cisne negro que quiso matar al rinoceronte gris

El cisne negro que quiso matar al rinoceronte gris

La pandemia ha supuesto un cambio permanente en nuestras vidas, que ha frenado momentáneamente la sangría demográfica sin éxito a medio plazo

ALBERTO MÁRQUEZ CARRASCAL

Martes, 23 de marzo 2021, 09:30

Los científicos sociales utilizamos el concepto «cisne negro» para referirnos a un acontecimiento inesperado y sorpresivo, que una vez ocurre procuramos explicar con todo lujo de detalles, a través de teorías y observaciones que habían escapado a nuestros ojos. Su antagonista teórico es el «rinoceronte gris», es decir, un suceso evidente y predecible empíricamente, cuyos efectos pueden ser igual de desestabilizadores para el desarrollo socioeconómico.

Los científicos aun se dividen entre aquellos que califican la pandemia del COVID-19 como un cisne negro o un rinoceronte gris. Aunque a ojos de los lectores habituales de estas líneas está claro que la sorpresa e impacto del coronavirus hará rápidamente decantar la balanza por la primera opción. Desde el confinamiento, los cierres de establecimientos comerciales y restauración, la pérdida de seres queridos por todos, la merma de puestos de trabajo y una crisis económica que podría encaminar a los jóvenes hacia una segunda generación perdida. Y con ello todos los efectos que acarrea la resaca pandémica, desde polarización política, inestabilidad económica, comportamientos incívicos o movilizaciones violentas.

En nuestro pueblo, sin embargo, el cisne negro ha estado cerca de matar al gran rinoceronte gris de la despoblación. La sangría demográfica que acarrea Fregenal desde los años 60 va camino de alcanzar el peor dato de población de nuestra Historia, contando en el padrón municipal de febrero de 2021 con solo 4.820 habitantes, tan solo 200 habitantes por encima del mínimo histórico de 1842.

En un artículo que publicamos en julio de 2020 constatamos un dato esperanzador, un efecto inesperado y sorpresivo, pero fácil de explicar. A raíz de la pandemia del coronavirus la población de Fregenal incrementó. Esto lo podemos constatar ahora que contamos con los datos del padrón a 1 de enero de 2020, en los que Fregenal tan solo contaba con 4.836 habitantes; frente a los 4.870 que arrojaba en el mes de julio.

Por tanto, la pandemia se asoció con un incremento de población, que podríamos relacionar directamente con la población emigrante de frexnenses que decidió volver a nuestro pueblo, para evitar las aglomeraciones de las ciudades sitiadas por la enfermedad. Buscando mecanismos causales que nos permitan explicar esta desmigración (permítanme el neologismo) podríamos apuntar la baja incidencia de la enfermedad en nuestra localidad hasta el otoño del año pasado. Y ahondando en la cadena causal podríamos intentar explicar la baja incidencia a través de los comportamientos y la movilidad geográfica. Es decir, la desconexión con otras regiones de España y Europa pudo limitar el impacto de la enfermedad. Así lo predecía el modelo desarrollado por investigadores de la Universidad de Zaragoza y de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona, que atribuía una probabilidad de contagio en Fregenal del 0,029%, frente al 0,16% que proyectaban en Madrid.

Aunque estos modelos se acabaron viendo muy limitados por el fuerte impacto de la enfermedad en el mundo entero (piensen que son modelos desarrollados el 11 de marzo, aun por declarar el estado de alarma por el Gobierno de España, y previos a la declaración de pandemia por la OMS), sí muestran que la escasa movilidad con los principales focos de contagio permitió amortiguar la incidencia de la pandemia en nuestra localidad. Pero esta baja incidencia nos pone frente a un espejo. La desconexión de nuestra ciudad con el resto del mundo está tan agudizada que ni si quiera la primera ola de la pandemia tuvo incidencia en nosotros.

La contención del efecto migratorio fue más un espejismo que una realidad, más aún cuando volvió el miedo durante la segunda ola. Tampoco se observa un aumento de la natalidad a raíz de los meses de confinamiento, que sí se han constatado en ciudades grandes. Esto es fácil de explicar de nuevo, la media de edad en Fregenal se sitúa en los 45 años, siendo más alta en las mujeres aun, con una media de 46 años. El envejecimiento de nuestra sociedad es la última causa de nuestra sangría demográfica.

En suma, la pandemia pudo ser un balón de oxígeno para la aldea gala a la que no llegó la romanización. Si Roma no llega, la peste tampoco, y pudieron seguir con sus vidas, incluso devolviendo a algunos de sus hijos a casa. Pero está claro que el cisne negro no poseía unas alas tan grandes como para derrotar a nuestro rinoceronte gris. La pandemia sirve de nuevo para aprender, y nos permite detenernos y aprender cuáles son nuestros puntos flacos, para utilizarlos en nuestro favor. Si cabe dejar una última enseñanza, derivada de las teorías de políticas públicas, es que para solucionar un problema es preciso definir bien el problema.

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