Tú vive niña tu existir sin dueño,

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nadie nos mira niña inacabada,

nadie te trajo aquí, nadie ni nada

te va a llevar al límite del sueño.

Nadie oye niña blanca nuestro empeño

de mantener la casa iluminada

ni escucha la pasión casi olvidada

de aquel amor perdido y abrileño.

Que yo bajo esta luna mortecina,

bajo esta soledad que no termina

mientras calladamente no me vaya.

Desde este cielo triste o negro o rojo,

desde esta amarga o pálida atalaya,

te seguiré cuidando de reojo.

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