Amor del amor

Amaneció temprano, pero no nos rompió la luz de la aurora al trasnochar. La tradicional peregrinación obliga «a ir en procesión a su Santa Casa en dicho Día de cada un año con la humildad, honestidad, i devoción que entonces prometieron». Hoy, «i aora», lo «renovamos, i prometemos» en el espíritu. Porque no hay mayor peregrinación que la que estemos realizando ahora, en nuestras almas.

Hoy, «i aora», nos vamos con el «señó Carrero» arreando a las mulas de Romería. En cada casa, en nuestros balcones y ventanas. Haciendo resonar aquellos cantos de la Coral Frexnense; recordando el Rayo atronador en el bombo de la Asociación Músico-Cultural. Recorremos con los Jateros, peña por peña, el Real, al ritmo del Fandango, entre encinas, pinitos y romero.

Hoy, «i aora», nos postramos de hinojos ante sus plantas, abriendo la pantalla de Televisión Fregenal. Tan cierto es, que su visión se hace táctil. El romeral de la Jarilla se huele desde aquí. El cielo resplandece y brilla. El regato no deja de brotar partiendo sus dos «laeras», regándonos con el agua más rica que hay en Nuestra Tierra.

Hoy, «i aora», sentimos más cerca que nunca a nuestro mayor Tesoro. Pues la Madre no está en aquel templo, ni en la Zafrilla, sino en cada corazón que con fe le pide salud, «pa amarte».

Hoy, «i aora», peregrinamos dentro de nuestras almas, mirando a nuestra Madre, y compartiendo un momento con los que gozan de su presencia. Nos regocijamos en la esperanza que su sonrisa nos envía, allá donde haga enviar Su Remedio.

Hoy, «i aora», nos ponemos bajo su protección, nos armamos de paciencia hasta que vuelva la primavera. Pues cuando vuelvan a florecer los encinares, cuando la adelfa vuelva a presumir junto al arroyo de la Parrilla, cuando el romero embalsame el aire y el tomillo sea planta viva, cuando se vistan aquellos prados y valles con manto hermoso de margaritas; volveremos, Madre de los Remedios, para agradecerte la paz que nos has dado en estos días.