JUAN CARLOS DELGADO
En su nuevo trabajo bibliográfico, que verá la luz en próximas fechas gracias a la colaboración del Instituto de Enseñanza Secundaria Eugenio Hermoso, el coordinador de Adenex en Fregenal de la Sierra abarca 340 años en la historia de los árboles de la ciudad. Un ejemplar con numerosos datos de interés que muestra un buen número de árboles singulares, muchos de ellos existentes en la actualidad y otros tristemente desaparecidos.
El propio Juan Carlos Delgado subraya, en el prólogo de su trabajo, la importancia del árbol en una ciudad que, incluso, cuenta con dos ejemplares en su escudo, «dos fresnos de donde posiblemente tomara nombre la población».
Un hecho no aislado en una ciudad que el autor de esta obra define como 'conservacionista' a juzgar por ordenanzas que pueden leerse en los archivos municipales del siglo XVII que ya animaban a la gente de la población a realizar plantaciones con diferentes especies de árboles «para intentar ordenar los desmanes que se producían en nuestros campos en contra de los árboles, especialmente encinas y alcornoques».
Como resulta lógico pensar a nadie escapa y obviamente tampoco a Juan Carlos que Fregenal de la Sierra presenta su orografía dominante sobre una amplia mancha de encinas en forma de dehesa aprovechadas, en su mayoría, para la cría del ganado porcino, aunque, como refiere Delgado, también existe el vacuno, ovino y en menor medida el caprino; pero lo que, además, no pasa desapercibido para este inquieto naturalista es el hecho de que «en ocasiones estos encinares también adquieren forma de bosques mediterráneos, acompañados de un sotobosque formado por jaras, cantuesos, tomillos, torbiscos y otras plantas menores que sirven de refugio a una variada e importante fauna... aves como el águila calzada o culebrera o los milanos; rapaces nocturnas como el búho real o especies de menor tamaño como el petirrojo o el herrerillo capuchino que comparten espacios con diferentes tipos de lagartos y culebras, anfibios como el sapo partero o mamíferos que buscan refugio entre estos encinares como el tejón, el zorro o la jineta».
Pero, aún con estas claras referencias y otras relativas a los recursos y aportaciones del árbol en tiempos de mayor o menor escasez, se centra fundamentalmente esta nueva obra de Juan Carlos Delgado, en una pormenorizada recopilación de datos sobre la historia de este vegetal leñoso en Fregenal y sus alrededores, a través de descripciones que el autor recrea, esperando con ello que «el lector ame más a nuestros amigos los árboles».
Contenido
Arranca el trabajo con una trascripción literal de la Ordenanza de 1668 en el Archivo Municipal de Fregenal, exponiéndose más adelante noticias de interés extraídas de las actas capitulares del Ayuntamiento frexnense y que hacen referencia a los árboles a lo largo de los siglos en la localidad.
Destaca dentro del trabajo una recopilación de árboles singulares de Fregenal de la Sierra, representados, además, gráficamente en la obra, a todo color, en sus páginas centrales, con referencia entre otros a la encina de El Rañal, el alcornoque de La Virgen, el mesto de San Miguel, el ciprés de Las Mimbres o el pino de La Junta, entre otros, en un importante grupo de ejemplares con nombre propio dentro del paisaje natural que rodea la población. Recuerda este trabajo otros árboles singulares ya desaparecidos de la historia viva de Fregenal, refiriéndose a los pinos del Humilladero, el castaño de indias del llano de San Francisco, el sauce llorón que permanecía en pie hasta hace escasos años junto a la fuente de María y Miguel o algún abeto híbrido perdido, recientemente, en el Paseo de La Palma.
Se cierra la obra con un balance de la situación actual de los árboles urbanos en Fregenal de la Sierra y la declaración de los Derechos del árbol en la ciudad, aprobada por la Asamblea General de la Asociación Española de Arboricultura, en la ciudad española de Barcelona, el 2 de junio de 1995.
El propio Juan Carlos Delgado subraya, en el prólogo de su trabajo, la importancia del árbol en una ciudad que, incluso, cuenta con dos ejemplares en su escudo, «dos fresnos de donde posiblemente tomara nombre la población».
Un hecho no aislado en una ciudad que el autor de esta obra define como 'conservacionista' a juzgar por ordenanzas que pueden leerse en los archivos municipales del siglo XVII que ya animaban a la gente de la población a realizar plantaciones con diferentes especies de árboles «para intentar ordenar los desmanes que se producían en nuestros campos en contra de los árboles, especialmente encinas y alcornoques».
Como resulta lógico pensar a nadie escapa y obviamente tampoco a Juan Carlos que Fregenal de la Sierra presenta su orografía dominante sobre una amplia mancha de encinas en forma de dehesa aprovechadas, en su mayoría, para la cría del ganado porcino, aunque, como refiere Delgado, también existe el vacuno, ovino y en menor medida el caprino; pero lo que, además, no pasa desapercibido para este inquieto naturalista es el hecho de que «en ocasiones estos encinares también adquieren forma de bosques mediterráneos, acompañados de un sotobosque formado por jaras, cantuesos, tomillos, torbiscos y otras plantas menores que sirven de refugio a una variada e importante fauna... aves como el águila calzada o culebrera o los milanos; rapaces nocturnas como el búho real o especies de menor tamaño como el petirrojo o el herrerillo capuchino que comparten espacios con diferentes tipos de lagartos y culebras, anfibios como el sapo partero o mamíferos que buscan refugio entre estos encinares como el tejón, el zorro o la jineta».
Pero, aún con estas claras referencias y otras relativas a los recursos y aportaciones del árbol en tiempos de mayor o menor escasez, se centra fundamentalmente esta nueva obra de Juan Carlos Delgado, en una pormenorizada recopilación de datos sobre la historia de este vegetal leñoso en Fregenal y sus alrededores, a través de descripciones que el autor recrea, esperando con ello que «el lector ame más a nuestros amigos los árboles».
Contenido
Arranca el trabajo con una trascripción literal de la Ordenanza de 1668 en el Archivo Municipal de Fregenal, exponiéndose más adelante noticias de interés extraídas de las actas capitulares del Ayuntamiento frexnense y que hacen referencia a los árboles a lo largo de los siglos en la localidad.
Destaca dentro del trabajo una recopilación de árboles singulares de Fregenal de la Sierra, representados, además, gráficamente en la obra, a todo color, en sus páginas centrales, con referencia entre otros a la encina de El Rañal, el alcornoque de La Virgen, el mesto de San Miguel, el ciprés de Las Mimbres o el pino de La Junta, entre otros, en un importante grupo de ejemplares con nombre propio dentro del paisaje natural que rodea la población. Recuerda este trabajo otros árboles singulares ya desaparecidos de la historia viva de Fregenal, refiriéndose a los pinos del Humilladero, el castaño de indias del llano de San Francisco, el sauce llorón que permanecía en pie hasta hace escasos años junto a la fuente de María y Miguel o algún abeto híbrido perdido, recientemente, en el Paseo de La Palma.
Se cierra la obra con un balance de la situación actual de los árboles urbanos en Fregenal de la Sierra y la declaración de los Derechos del árbol en la ciudad, aprobada por la Asamblea General de la Asociación Española de Arboricultura, en la ciudad española de Barcelona, el 2 de junio de 1995.