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La compañía Crea Danza en escena, luciendo en sus faldas los colores de la insignia nacional de Colombia.
Volando de Macondo a Dakar en la misma noche

Volando de Macondo a Dakar en la misma noche

La compañía Crea Danza de Colombia y el Ballet Jammu de Senegal cierran una noche espectacular, que el público apreció con sus repetidos aplausos

ALBERTO MÁRQUEZ

Jueves, 9 de agosto 2018, 09:37

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De pronto como si un remolino hubiera echado raíces en el centro del pueblo, llegó la compañía bananera perseguida por la hojarasca. Así comenzaba el escritor colombiano Gabriel García Márquez su primera novela publicada, en un tono pesimista sobre el Macondo que se empezaba a construir con esta línea de texto. Hasta este encanto macondiano se trasladaron anoche, desde el Paseo de la Constitución de Fregenal, un nutrido público para disfrutar de la actuación de la Compañía artística Crea Danza, no tan bananera como cafetera, que iniciaba otra gala de folclore dentro de la 37 edición del Festival Internacional de la Sierra.

Así nos llegaron los sones y ritmos colombianos que viajaron desde las lejanas regiones del altiplano sureño del país, concretamente desde la ciudad de Ipiales; aunque el grupo cafetero nos hizo vibrar con todos los ritmos de su vasta nación, recogida entre el Caribe y el Atlántico y bañada por el río Magdalena de sur a norte.

Un despliegue de colores, danzas y un vestuario variado y muy cuidado, que dan cuenta de que la juventud de esta agrupación, creada en 2013, no está reñida con la calidad del conjunto, sino que más bien le otorga la frescura propia de los inicios de un proyecto apasionante. La puesta en escena de la compañía, que se desarrolló entre el teatro y el folclore colombiano, despertó sonadas ovaciones entre el público frexnense en más de una ocasión.

Dejando atrás las orillas del Caribe, zarpamos desde la lejana Cartagena hacia costas africanas, en una travesía que desemboca en la capital senegalesa. Dakar sobresale del continente en la prominente península sobre la que los franceses la fundaron en el siglo XIX, aunque hasta allí ya habían llegado los portugueses cuatro siglos antes para conocer aquel lugar como el cabo Verde.

Desde las orillas del Sahel llegaron a Fregenal el Ballet Jammu, fundado por As Ndiaye en 2008, con la intención de dar cabida a los jóvenes de todas las etnias de Senegal en una agrupación que cuenta con su propia escuela en el barrio marinero de Dakar. Sus ritmos marcados por el incesante tronar del grupo de percusión se traducía en un desenfrenado baile por parte de los componentes del grupo, que se asemejaba tanto al delirio como el contorneo de una bacante. Una actuación incombustible que llegaría a su culmen con las lenguas de fuego que escupía uno de los integrantes de la agrupación por la boca, sorprendiendo sobre todo al público más cercano al escenario.

Junto al irrefrenable baile también se mezclaban los cantos en wólof, que destilaban un trasfondo pacifista del nombre de la agrupación, dado que Jammu significa Paz; en una nación donde la paz tuvo tanto significado y tan poco significante durante las tres décadas que duró el conflicto étnico que enfrentó al país. Un sino que compartían con sus compañeros de escenario en la gala de anoche, y un deseo de paz que también los colombianos tendrían muy presente en sus mentes. Hoy ya podemos pensar en Senegal y Colombia con esperanza, ya que poco a poco la paz se va abriendo paso, en parte gracias a agrupaciones como estas, que llevan consigo este mensaje a lo largo del mundo para que lo comprendamos y lo hagamos nuestro.

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